La estrella de sangre by Nicholas Guild

La estrella de sangre by Nicholas Guild

autor:Nicholas Guild
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Aventuras, Histórico
publicado: 1989-01-01T05:00:00+00:00


XXIII

No fue un sueño ni un fantasma fruto de un cerebro enturbiado por los vapores del vino: el espíritu de mi madre había sido absolutamente real. Así supe que el último lazo que me unía a mi existencia anterior se había roto. Merope estaba muerta.

Mi madre había sido un ser amable e inofensivo, incapaz de causar daño a nadie y que se había conformado con vivir a mi sombra porque era su hijo único y muy amado. Y ahora sus huesos yacían en un país extranjero, quizá sin que nadie depositara ofrendas en su tumba para que su espíritu alcanzase la paz. Ignoraba cómo había encontrado la muerte y probablemente nunca lo sabría. Y ahora, una vez desaparecida, reclamaba a su hijo. Aquella noche lloré amargamente por ella bajo el árbol de la sibila. Estuve llorando hasta que creí que se me fundían los ojos.

A la mañana siguiente no conté a nadie lo sucedido: no era un secreto, más no quise hablar de ello.

Y dos días después mis vecinos griegos acudieron para ayudarme a construir mi casa de piedra, aquella que me habían prometido que se mantendría en pie durante el curso de infinitas generaciones.

Fueron llegando en carros, a caballo y a pie, por la mañana y por la tarde. Aparecían en el campamento en grupos de dos o tres, expresándose en acentos de muy diferentes lugares: los había dorios, etolios, de Épiro, Eubea y Tesalia, así como procedentes de todas las islas Cicladas. Yo era el «ateniense», ¿qué otra cosa podían pensar de mí, un hombre que al parecer no venía de ningún sitio pero que se expresaba en el dialecto ático? Y Enkidu era sólo el macedonio. Sin embargo, entre todos nosotros casi comprendíamos el conjunto de las naciones y ciudades griegas, a la sazón residentes en aquel lugar, el reino de Ducerio, en la costa oriental de Sicilia. Por aquel simple accidente del destino nos habíamos convertido en compatriotas y yo era uno más entre ellos, sin diferenciarme en nada de los restantes. Descubrí que lo prefería así porque estaba harto de reyes y príncipes y deseaba olvidar que mi vida había sido distinta anteriormente.

Selana no hubiera tenido por qué preocuparse sintiéndose incapaz de preparar comida para tanta gente porque algunos vecinos trajeron consigo a sus esposas, que al punto estuvieron dispuestas para ayudar en la cocina. A primera hora de la tarde habían encendido una gran hoguera protegida con una especie de talud de tierra y allí cocieron pan sobre piedras calientes, asaron una oveja que habíamos sacrificado y prepararon gachas de avena en múltiples cacerolas metálicas. Se oía un agradable murmullo de voces femeninas y el aire estaba perfumado por una rica mezcla de deliciosos aromas.

Además de Enkidu, Kefalos y Ganimedes, este último inventando continuos pretextos para esfumarse durante largos espacios de tiempo, y que por otra parte también resultaba totalmente ineficaz cuando estaba cerca, por lo menos otros treinta hombres colaboraban con nosotros. A última hora, antes de la puesta de sol, un equipo



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.